miércoles, 28 de septiembre de 2011

Pimp my mind*. Dos.




DEMOLICIÓN N1. ¿Mujer?. Si alguien dijera "soy una delgada muy gorda" a todos nos sonaría ridículo.No ocurre lo mismo cuando oímos frases como "soy una mujer muy masculina". Así me han definido a mi siempre. Lo siguen haciendo. Yo lo he hecho!. Las etiquetas les quedan pequeñas incluso a aquellos que creen en ellas!. ¿Qué pasa conmigo?¿se me asigna un género y luego se decide que no me ajusto a el? El bipartidismo no me interesa. Ni el político, ni es sexual. No me lo creo. No me basta. 

La primera vez que tuve conciencia de que se me había asignado ser "mujer" sentí ira, rabia... sentí que estaba en desventaja. Tenía 13 años.

Me recuerdo perfectamente sentada en el baño, mirándome al espejo, esperando que la bronca entre mis padres acabase. Sentí lástima de mi madre. Profunda. creo que es el primer gran dolor que recuerdo. lo sentía físicamente. ni siquiera  podía respirar. Envidié a mi padre, a mi hermano. Envidié a los hombres. 

La segunda vez que me recuerdo allí sentada, había descubierto que ambos eran infieles a escondidas del otro. Escuché cuando no debía, leí lo que no era mío y deduje  (aún alucino conmigo mismo) que el "deseado" era más poderoso, menos vulnerable que el "deseante". 

Tercera vez en el baño y ante el espejo. No me digáis como, esta vez no lo recuerdo, pero llegué a la conclusión de que ser una mujer que provocara deseo era mucho mejor que ser hombre!. Me escudriñaba tratando de imaginar si yo sería capaz de ser así. Ya entonces era menuda, pequeña y no había en mí ningún viso de que fuera a tener tetas y culo como mis amigas. 

Esa idea me inquietó por un instante. Pero si de algo iba sobrada ya entonces, era de determinación. Así que lo arreglé en cuanto pude. Según me bajo mi primera regla empecé a tomar la píldora. Mi solución era perfecta!. conceptualmente, yo la adoraba!. Creía ingenuamente, que con ella mi voluntad controlaba mi condición. y además, perdí músculo, me redondeé, me crecieron unas tetas estupendas y empecé a perfeccionar la súpermujer que me protegería de ser mujer. Mi motivación nunca fue retener a un hombre a mi lado, ni satisfacer un déficit de atención familiar ni ninguna teoría psicopop. Me importó un bledo lo que los demás creyeran, sólo me obsesionaba forzar la máquina.

Ahora, se que me estaba tragando mucho más que píldoras y pollas!. Menos mal que también devoraba los libros de mi padre, no los de mi madre, con la misma avidez que todo lo demás.

Ya son incontables los baños y los espejos. Esta vez, estaba sentada mi baño y el espejo en el que me miraba era el mío.  Estando ya muy lejos de mi casa y muy cerca de lo que se supone que quería. Me di cuenta de que vivir la perfomance de  esa versión de mujer no me bastaba. Tenía 28 años.

Miss A

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